¿Se parece MotoGP cada vez más a la F1?

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¿Se parece MotoGP cada vez más a la Formula 1?

Es una pregunta que nos surge cada vez más a los aficionados a las motos. Carreras cada vez más previsibles, en las que adelantar es un ejercicio de valentía o un acto casi suicida, pero ¿por qué?

Gran parte de la culpa, aunque no todo es achacable a ello, es debido a la deriva que está cogiendo el Campeonato del Mundo de MotoGP en materia de aerodinámica desde el 2016, poco después de la entrada de Gigi Dall’Igna en Ducati, artífice de la gran revolución de MotoGP en la actualidad. Si comparas una moto de, por ejemplo, 2009 con una actual, cualquier parecido es pura coincidencia (bueno sí, siguen teniendo 2 ruedas y un motor).

Con el paso de los años, es más común ver a las motos más rápidas del planeta con alerones y elementos aerodinámicos cada vez más estridentes. Sin ir más lejos, en el test que se está celebrando durante esta semana en Sepang (Malasia), pudimos apreciar un nuevo alerón incrustado en el guardabarros de la KTM de Dani Pedrosa o, aún más llamativo, en el colín de la moto, con una forma de soporte que perfectamente podría servir como soporte de la caja en la que el repartidor de tu barrio te lleva a casa tu deliciosa pizza cada viernes por la noche. ¿HASTA DÓNDE HEMOS LLEGADO?

Vamos a ponernos un poco más técnicos. ¿Qué finalidad tienen estos apéndices aerodinámicos, también conocidos como “winglets”? Hacer de “anti-wheelie” de una moto con más de 250 caballos de potencia y un peso mínimo por reglamento de 157 kg, manteniéndola pegada al suelo lo máximo posible y, de esta forma, no perdiendo aceleración (lo que equivale a tiempo) en un mundo híper competitivo en el que se mide todo a la milésima.

No podemos obviar que, al final, MotoGP es un negocio que debe tener en cuenta lo que el público, los anunciantes y las plataformas de televisión demandan, que no es ni más ni menos que emoción y espectáculo desde que se apagan los semáforos hasta la bandera a cuadros. Si no se revierte la situación, el campeonato podría entrar en una dinámica ­nada interesante para ninguna parte implicada en esta bendita locura llamada motociclismo. Pero, veamos esta situación también desde la perspectiva del fabricante. Si les cortan las alas (nunca mejor dicho) y no disponen de un desafío técnico en el que poder investigar, trabajar y, sobre todo, marcar la diferencia sobre sus rivales, ¿para qué van a seguir queriendo invertir cantidades ingentes de dinero en MotoGP?

En resumen, es preciso ponerle puertas al campo, pero ¿en qué punto exacto estableces ese equilibrio entre mantener el interés de los aficionados y el de los constructores?

 

 

FOTOGRAFÍA: MOTOGP // FIM

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